Tenemos que crear. La Sociedad Venezolana en su totalidad es fuente de todos los textos que nos puedan interesar aquí, fuente de creación. Sus contrapuntos, contradicciones, estructura y valores nos son casi inteligibles, y por eso, lo relatamos y lo hacemos lírica, para ver si así la literatura nos hace comprender mejor lo que sucede...
martes, 5 de enero de 2021
Te diré mi amor, rey mío. Himno Litúrgico Navideño
Resistencia y Paganismo en el Occidente Contemporáneo (Ensayo)
Muchos son los cambios presentados en nuestra
sociedad en los últimos 700 o 500 años. Cruzadas, renacimiento, cisma luterano,
revolución francesa, marxismo, guerras mundiales, son algunos de los eventos
importantes que son necesarios para poder entender el contexto en el que ahora
estamos situados. La gran cantidad de pensadores y diversos autores que se han
presentado en la modernidad, son muestra también de una fragmentación que poco
a poco fue gastando la idea de universidad tan en boga en la baja edad media, y
espíritu en el cual se crearon las grandes universidades cristianas.
Hemos llegado al punto en elque muchos vientos de doctrina configuran una dictadura del relativismo en el que no hay camino ni bien común, sino que un marcado individualismo reina. No hubiese sido posible tal cambio, si el pensamiento religioso de los países que conformaban la Cristiandad Europea no hubiese cambiado tan radicalmente, sobre todo a partir del cisma luterano. El pensamiento ilustrado del siglo XVIII, que ha llegado a plenitud en la actualidad, puede ser un punto de partida más cercano para explicar los fenómenos religiosos-espirituales de nuestro tiempo.
El marcado ateísmo europeo, según Nietsche, fruto del protestantismo, configurado científicamente por la visión darwinista freudiana, es sin duda, el fenómeno más preocupante de nuestro tiempo. Pero la increencia, en sus múltiples manifestaciones, en el Dios cristiano, en la plenitud de la revelación, en la verdadera religión, produce un doble efecto. No solamente se produce un ateísmo como nunca se había visto, sino que a la par de este, el paganismo surge de sus cenizas, manifestándose en chamanismos, brujerías, supersticiones y ya más desenmascaradamente, abiertos cultos satánicos que se extienden por el mundo.
Sin embargo, la sed de Verdad en el hombre no se puede colmar con sucedáneos, sino a costa de un alto precio. Estas creencias deformadas, terminan en deformación del hombre, pues al desaparecer el Creador, se disuelve la creatura. Podemos mencionar aquí abortos, eutanasia, eugenesia, depresión, como símbolos de esta condición que es primeramente espiritual. Una de las manifestaciones en este orden sería el crecimiento de nuevas espiritualidades de tipo orientalistas que a partir del movimiento sexual del 68 en Francia y en los Estados Unidos, configuran el movimiento hippie; secuelas del mismo llegan hasta nuestros días.
¿Qué puede hacer el hombre que quiere con manos
justas y sincero corazón acercarse a Dios? Ya que no solo de pan vive el
hombre, es necesario satisfacer la sed de trascendencia del corazón humano, y
como tal, este no puede venir sin las herramientas necesarias que le permitan
saciar esta sed. Por lo tanto, la postulación de una inteligencia humana
espiritual que se encargue de la búsqueda de bienes trascendentes, me parece
una solución que ayuda a combatir el exacerbado materialismo, al mismo tiempo
que se responde razonablemente a la condición humana.
Ya que nuestra diferencia específica es el
razonamiento, el mismo no puede utilizarse solo para las cosas prácticas que
generen resultados técnicos sino que, es razonable que la misma inteligencia
informe al hombre sobre las realidades espirituales y busque respuestas que
puedan cimentar una esperanza propulsora de la vida que, en caso contrario,
terminaría en sin sentido. Esta espiritualidad puede encontrarse naturalmente
en el hombre, sin causa directa de Dios aunque si como causa primera, por la
huella o el vestigio de Dios en la creación. Pero puede plantearse
perfectamente una distinción entre espiritualidad y religión que siga la máxima
entre gracia y naturaleza, perfección y perfectible.
Por lo que, la espiritualidad, que es connatural
al hombre tendría su manifestación en todas las religiones y espiritualidades
que sin llegar a Cristo buscan a Dios con sincero corazón (aún sin saberlo), y
la religión cristiana sería plenitud de espiritualidad humana. Así se
resolvería elegantemente la contradicción contemporánea entre espiritualidad y
religión –también de corte orientalista-pagana–, proponiendo un diálogo y
enriquecimiento mutuo, a la luz de la tradición cristiana que además de justo,
es necesario.
Me parece esclarecedora la definición aportada por
Teodosio Rodríguez
[La
inteligencia espiritual] Es la capacidad de encontrar un sentido profundo de la
existencia, situándose uno mismo con respecto al cosmos y así meditar sobre el
significado de la vida, la muerte y el destino final del mundo físico y
psicológico. Al estar por encima de los demás tipos de inteligencia, tal como
los sostiene Covey (2005) y Torralba (2010), es una especie de dinamismo que
mueve al ser humano a buscar la plenitud, al perfecto desarrollo de todo
nuestro ser, a la profundidad y al sentido de lo que hacemos, padecemos y
vivimos.
Todo el contenido de
la definición de Teodosio parece perfectamente humano, y creo que pocos ateos
se propondrían rebatirla. Esta inteligencia espiritual forma parte de la
naturaleza humana, y por lo tanto es asumida por Cristo en el misterio de la
Encarnación, y desde ahora, será ennoblecida por la Gracia: llevada a plenitud,
como decíamos anteriormente. Sin embargo, las ganas de autonomía de la sociedad
actual, así como el rechazo por lo tradicional, universal y homogéneo, son
retos que la tradición cristiana, sobre todo romana-occidental se propone responder.
Según Taylor, muy al
hilo de lo presentado en el paper Inteligencia
Espiritual, el paradigma clásico de secularización no ha logrado explicar el
fenómeno religioso moderno: el cientificismo, y el ocaso de la clásica forma
del cristianismo occidental no ha alejado a Dios del hombre, aunque si de la
sociedad pública. Pero este, cree ahora en un Dios personal e íntimo, que no
necesariamente guarda el canon cristiano anterior, y se decanta incluso por
espiritualidades hasta cierto punto supersticiosas y funcionales. Se debate
ahora entre muchas opciones en donde Cristo es una opción más en el inmenso
abanico de propuestas que puede encontrar en internet y en cualquier otro lado
(mercado religioso)
El hombre
moderno/posmoderno quiere poder mirar las “espiritualidades” como en una
vidriera y elegir la que más le guste o convenga de acuerdo a criterios
personales que pueden ser fríos, pero a veces no tanto. ¿No habrá una luz de
verdad en todo esto? La identidad, en un mundo masificado, juega un papel muy
importante en lo psicológico. Si esta no se canaliza correctamente podemos
encontrarnos con fanatismos, sectas o incapacidad de diálogo. Para no atentar
contra la verdad, se necesitaría una verdad que a la vez tenga muchas caras,
una espiritualidad que a la vez tenga muchas espiritualidades, una Iglesia que
a la vez tenga muchas iglesias, un rito que a la vez tenga muchos ritos, un
orden que a la vez tenga muchos órdenes, una obediencia que a la vez permita
libertad y creatividad.
Eso saciaría el deseo de diferenciación e
identidad del espíritu moderno, y podría ser una puerta, o mejor, muchas
puertas por donde pueden entrar a muchos cuartos de una misma casa, donde
habita el mismo Señor. Pero es que acaso ¿No es eso la Iglesia? ¿No tiene la
Iglesia 24 ritos, miles de espiritualidades, miles de órdenes religiosas, miles
de Iglesia particulares, y una libertad que cada vez exige mayor creatividad?
¿Y todo eso sin dejar de ser una? ¿Acaso no se puede leer el mismo sagrado
texto simbólicamente de distintas formas sin atentar contra su esencia y cada
uno pueda sacar lo que más convenga a su situación de vida? Y todo esto sin que
la luz de la verdad se agote, sino que más bien se enriquezca.
Ernesto Sábato, vivió los sin sabores del
cientificismo materialista, y luego, convertido a la religión de la humanidad
(espiritualidad) relata este paso en su libro “la resistencia”, que recomiendo
leer efusivamente a todos. Pero es que tal texto, a no ser por algunas
pinceladas, pudo ser firmado por el más ortodoxo de los Obispos. ¿Su afán de
contemplación de la naturaleza, no es lo mismo que la contemplación teofánica
de la Creación en Santa benedicta de la Cruz? Su gusto por el silencio ¿no podrá
reconciliarse con las celdas benedictinas o cartujanas? Su preocupación por la
cercanía familiar ¿No tiene nada que ver con la Sagrada Familia de Nazaret?
Casos patéticos son los que se dan en muchos de
los países que fueron cristianos, cuando esta renuncia los hace buscar nuevos
caminos desarraigados de cualquier tradición. Sin que hablemos de la grave
depresión de muchos en occidente, de la soledad, entre otros, analicemos un
momento el incremento increíble de todo tipo de sectas y nuevos movimientos espirituales.
Las de inspiración pseudocristiana pueden asumir una moral sin mística, lo que
no dejaría de ser simplemente orden social, o al contrario, pueden encerrar un
afán proselitista que lleva a gran presión a sus miembros, hasta induciendo
estados alterados de la conciencia.
En otros casos, la inspiración pagana es clara:
desde las lecturas astrológicas en los más vulgares programas domingueros,
hasta el satanismo abierto que se propaga de manos de sectas como Templo Satánico. Entre estos dos puntos extremos
hay toda un amplio abanico que abarca new age, orientalismo, yoga, y toda una
serie de movimientos que pueden terminar en gran confusión para la persona
involucrada, o en un sentimiento de gran superficialidad.
La propuesta cristiana remite a las palabras de
Pablo en el Areópago, cuando escandalizado por el politeísmo griego dice: “Veo
que son muy religiosos, pues yo vengo a proponerles aquel Dios que adoran sin
conocer” (Hec 17, 22-23). Todo lo que hay de bueno en demás culturas y
tradiciones religiosas, puede purificarse e integrarse en la espiritualidad
cristiana. Es decir que, la gracia no destruye la naturaleza, sino que la
ennoblece. Me parece que este es el verdadero ecumenismo que se está fraguando
en la Iglesia y que manejado bien a todas luces, producirá grandes frutos si
nos dejamos guiar por el Espíritu Santo.
Pienso por ejemplo, en la apertura del Monasterio
Bizantino de la Transfiguración en Argentina, los estudios del Padre Floresky
en España, los muchos sacerdotes de Corea del Sur, y el crecimiento de la
Iglesia en África y Asia. Es un momento para plantearnos más a fondo la
catolicidad (uni- [di]versalidad) de la Iglesia, y prestar atención a los soplos
del Espíritu Santo en ella (nuevas espiritualidades y congregaciones).
Yo creo que el hombre moderno también podrá saciar
su espiritualidad en la Iglesia, porque la misma tiene el potencial de
responder a las necesidades del hombre en el contexto actual, con una
profundidad envidiable. La unidad y variedad que ofrece la Iglesia, permite
introducirse en este gran tronco sin necesidad de perdernos a nosotros mismos,
y hasta con la posibilidad de elegir lo que más nos gusta (que en el fondo es
dado por la gracia como una vocación específica).
Yo creo en la inteligencia espiritual humana, que
no puede conformarse con pornografía instantánea en un IPhone 12, sino que
busca al Absoluto, al radicalmente Otro, que busca unirse a quien es la Verdad,
el Amor y la Belleza. Los cristianos hemos de resistir este tiempo, pero
resistir hacia adelante, muriendo y resucitando con el Señor. Las definiciones
de minorías creativas de Benedicto XVI son apropiadas y semillas que en un
futuro muy cercano, hemos de poner en práctica con mucha fuerza, para predicar
justamente, que todo aquello que la inteligencia espiritual anhela tiene su
respuesta plena en Cristo, que nos llama a cada uno por nuestro nombre.