La crisis social venezolana me ha llevado a reflexionar en torno al cuerpo social, del que a mi parecer se desprenden y dependen la dimensión política y económica de la sociedad. Según tengo entendido, en esta época coinciden la mayor polarización y la mayor ola migratoria de la historia. Es decir, la crisis social se manifiesta en estas dos grandes formas: la división y la migración, contrarias a la unidad y a la estabilidad, que a todas luces son bienes sociales, tal vez los mayores. Por tanto, la migración y la división nos hablan de una de las mayores crisis sociales de Occidente.
El camino que existe entre la división y la unidad es la integración. Este camino importa en sí mismo, y de hecho, en toda sociedad fuerte los procesos integratorios han jugado un importante papel, pero hoy en día debe ser el centro de las cuestiones sociales porque la inmensa migración, si no se sabe manejar, alimenta una mayor división social y cultural, lo que pone en riesgo la estabilidad social, dando pie a la desconfianza, la violencia y la ingobernabilidad.
En otroas palabras, los países ya no son uninacionales, sino plurinacionales. Cada país es como un pequeño continente en el que habitan, cada una por su parte, diversas culturas, sin mezclarse entre sí, formando tribus cerradas sobre sí mismas. En un país como Estados Unidos, (forma típica de esta realidad), el sentimiento de tribu se manifiesta en los distintos barrios, donde no se habla el idioma inglés, sino el idioma del país de origen, y se mira con sospecha a quienes no sean del clan y en donde los matrimonios suelen restringirse culturalmente. Tal tipo de migración o de migrante, no busca in-culturarse en el país de llegada, sino que busca la seguridad jurídica y económica para poder conservar la propia cultura.
Pero existe en este sentido una paradoja: sería un error pensar que quienes emigran a Estados Unidos no se sienten atraídos por los valores y frutos de su cultura. La América Inglesa se ofrece al mundo como un gran imperio en lo militar, en lo político, y en lo económico, y lo demuestra su participación en las guerras, su continuidad democrática y su PIB.
Ahora bien, cuando la crisis social empezó a arreciar los países de sur, la opción fundamental fue los Estados Unidos de América. Por un momento, cuando el sistema de visado norteamericano contenía las fuerzas migratorias más populares, en un país como Venezuela, los migrantes elegían algunos países del sur (Perú, Argentina, Chile), pero en cuanto la presión migratoria ha descubierto cada vez nuevos caminos y redes para abrirse paso entre la frontera del norte, al tiempo que la inestabilidad política se profundizaba en el sur1, los migrantes decidieron aventurarse, como lo hacen ahora, y arriesgar todo por el sueño americano. En este momento, américa del Sur es como una gran Cuba, en la que los pobladores realizan hazañas dolorosisimas para pasar la frontera.
En general, las sociedades latinas han migrado en masas hacia la América Inglesa, aún en pleno conocimiento, de que se alejarán de su lengua, familiares y hasta de su religión. Es decir, si bien el proceso de migración es doloroso, las sociedades latinoamericanas, especialmente las más populares, desean integrase a la América Inglesa, aun en medio de grandes abusos. Si bien la frontera es una peligro, la indocumentación es casi segura, los trabajos son duros, la droga asecha las calles, cuando los latinos logran integrarse a la sociedad Americana "para una vida mejor" y encuentran algo de lo que buscan, agradecen profundamente a la sociedad que los recibe por sus beneficios. La desean, las mujeres quieren que sus hijos sean americanos, y caminan con dolores de parto a alumbrar en la parte inglesa. Rechazan así su cultura natal a toda costa, arriesgan su vida con tal de ganar una nueva.
Esta fiebre americana, manifestada en los largos cordones de caminantes hacia el norte, contrasta con el discurso de muchos gobiernos locales, que blasfeman contra el Imperio. Es normal, los grandes logros humanos giran entorno a la contradicción. Los pequeños países latinoamericanos ven en la fuerza de la América Inglesa un peligro para su existencia, pues la naturaleza de los grandes imperios es absorber a los pequeños países a su alrededor, más aún, cuando estos se encuentran en crisis; más aún, cuando gran parte de la población rechaza al gobierno local, y pondera las ventajas de su poderoso vecino.
Este fenómenos es como un campo magnético potentísimo, que atrae a las poblaciones vecinas hacia si. ¿Se trata de una nueva colonización? Una en la que se gana poder sobre súbditos sin tener que pelear su territorio, sino atrayéndolo hacia el propio (que en el caso de los Estados Unidos es basto). ¿Cómo se sentiría un padre si el hijo se le acerca y dice "Ya no quiero ser tu hijo" y se va a la casa del vecino, y allí se le ve contento -quizás un poco nostálgico-, pero sin ganas de volver?
En otras palabras, en este contexto ¿qué significa el discurso por la independencia, la autonomía, que en lo político traduce lo nacional y lo anti-imperial?. ¿Será que todo eso ya es un mito? Es decir, lo que no cabe en el pensamiento nacionalista es justamente lo que justifica los largos cordones de caminantes: El deseo de querer ser integrado en otra sociedad distinta de la natal, el perder la identidad chica para ganar un asiento en el imperio, de olvidarse de lo viejo para ganar lo nuevo, de cambiar la lengua y la cultura con tal de beneficiarse del orden americano.
El fenómeno migratorio cuestiona la igualdad cultural de los pueblos. Aquí la realidad supera a la ideología, los sentidos a la razón, los hechos a las palabras. ¿Si todas las culturas son iguales, por qué mudarse a una nueva? ¿Por qué sufrir tanto, pagar tanto dinero, alejarse de la familia, trabajar tantas horas al día? Lo que queda cuestionado ante esta situación es el valor absoluto de la independencia que hoy consume toda propaganda política y que cunde por todas partes, desde libros de autoayuda hasta sistemas de gobierno. Más aún, al quedar cuestionado el discurso independentista por el fenómeno migratorio, se coloca entre paréntesis las hazañas independentistas que le dieron lugar.
Es curioso que en una época en la que se valora la soberanía, la no injerencia, la autodeterminación y el amor propio por encima al amor social, cuando el país más poderoso del mundo anunció que la preciosa frontera iba a ser custodiada por un gran muro que dividiría el Norte del Sur, se haya encontrado tanta resistencia. Ni siquiera los países más autoritarios apoyaron esta idea. ¿Por qué? ¿No es el sueño de todo oprimido ser olvidado por su opresor? (Siguiendo las línea independentista) ¿El sueño de todo "esclavo" no es ser olvidado por el "amo"? Lo que más bien parece, es que muchos desean que el hijo se independice del padre pero no que el padre se independice del hijo.
Ahora bien, si los países mas autoritarios e independentistas rechazan la independencia de su opresor, ¿significa eso que las relaciones de poder son mucho más que relaciones de dominación?. O, en cambio, ¿será el poder un relación que puede ser un servicio? Por ejemplo, Zimbabue, pequeño país africano que había sido una colonia británica, había sido un país con un desarrollo económico basado en la agricultura, en donde los ingleses eran dueños de las fincas y los africanos trabajaban como obreros en las mismas. Este país se independizó en la década de los ochenta y los ingleses huyeron, llevándose en conocimiento con ellos, por lo que el sistema agrario decayó y aunque el furor independentista duró cierto tiempo, el país no duró en ingresar en una crisis social y política sin precedentes que nos ha dejado como recuerdo la mayor inflación registrada en la historia del mundo. Lo curioso es que del casi millón de personas que han migrado del país, un 20% aproximadamente ha huido a Reino Unido. ¿Qué significa entonces todo esto?
(CONTINUARÁ)
1: Siempre de la mano a la polarización y de la inestabilidad económica (asociada al giro a la izquierda que está realizando américa latina)